ÁFRICA EL BASURERO DE OCCIDENTE
La empresa Tragifura, dueña del carguero Probo Koala, descargó 528 toneladas de vertidos tóxicos en siete lugares de Abiyán en agosto de 2006, entre ellos en un vertedero y en el alcantarillado de la ciudad.
Un cóctel mortal de petróleo, sulfuro de hidrógeno, sosa cáustica y fenoles causó la muerte de 16 personas, la intoxicación de más de 95.000. Este escándalo ha sido el último pero desgraciadamente el fenómeno no es nuevo.
EL TSUNAMI DESTAPO LA BASURA
Cuando la ola del tsunami asiático sacudió las costas del Océano Índico en 2004, en Somalia salieron a flote residuos tóxicos, también nucleares, que barcos extranjeros trasladaron allí. ¡Más de 300 personas murieron por efecto de la radiación¡
En el informe que hizo público el PNUMA, se afirma que Somalia solo es uno de los numerosos países subdesarrollados que desde los años ochenta recibió inumerables cargamentos de residuos nucleares y otros desechos tóxicos y los almacenó a lo largo de la costa.
UN NEGOCIO LUCRATIVO.
A pesar de disponer de legislación suficiente y de conocer los tratados, todavía es preciso obligar a que se cumplan los acuerdos por parte de particulares o empresas, sobre todo a través de medidas punitivas eficaces, para que su incumplimiento deje de ser enormemente rentable.
Un ejemplo muy gráfico. A finales de los ochenta el coste medio de eliminación de los residuos peligrosos era de 250 dolares por tonelada en Estados Unidos , mientras que deshacerse de residuos tóxicos en Benín cuesta 100 veces menos.
Con el fin de evitar que los gobiernos africanos acepten este tipo de "regalos envenenados" se deberían poner en marcha mecanismos de control de vigilancia para aplicar tanto el acuerdo de Bailea como el de Cotonú. Sólo así el continente africano dejaría de ser el vertedero final de la basura que generamos en el Norte, producto de nuestro desmedido consumo, que hipoteca la salud de millones de habitantes africanos, su medio ambiente y su futuro.
La pobreza afecta a todas las áreas de la vida y a todas las áreas del país. Coloca en una posición de debilidad que los ricos aprovechan para machacarles más, sin que se note, pareciendo incluso que les hacen un favor tirando sus residuos en su páis pagándoles grandes cantidades de dinero cuando en realidad se están ahorrando un pastón.
Además muchos de los dirigentes africanos que aceptan estos tratos, no informan al pueblo que representan y se quedan parte del dinero que pagan los países de occidente. Los que sufren las consecuencias son los ciudadanos de a pie, los más debiles, los menos culpables e ignorantes de la situación.
Las noticias e informativos diarios deberían estar llenas de esas injusticias que se dan todos los días en el mundo pero que ni siquiera somos conscientes de ellas. Todos somos responsables, no podemos quedarnos callados y de brazos cruzados cuando hay tanta gente muriendo.
El problema es que hay tantos problemas que influyen y que la responsabilidad se diluye entre tantos ciudadanos que ninguno nos sentimos culpables ni capaces de generar un cambio.
Vivimos en una cultura que nos enseña que el bien y el mal es relativo, que puedes hacer lo que te de la gana, que la vida son dos días y hay que aprovecharla, tratar de tener en tu poder todo lo que puedas, trabajando lo menos posible y no pensar en las consecuencias.
La verdad es que esa utopía no existe, no existe el hacer lo que me de la gana sin que perjudique a los demás. Estoy harto de oír "yo no hago daño a nadie déjame vivir". Es una mentira que la gente se cree y no solo me refiero a estos macro conflictos si no a todos los pequeños detalles. También vemos corrupción en los políticos y altos cargos, pero cuanta corrupción hay en todas las empresas, trabajos, con favoritismos, pequeños engaños, escaqueo de pago de impuestos, becas que no llegan a los que más lo necesitan...
Menos relatividad, menos felicidad momentánea y mas integridad y solidaridad que llevaran a una felicidad real.
Más información en :
Revista de Mundo Negro nº 556